jueves, 18 de octubre de 2007

Invertir en otros

Introducción
Muchas veces nuestra percepción de las cosas nos juega una mala pasada, pues a veces medimos a los demás con nuestros ojos humanos (por lo que vemos), sin ver el potencial que tienen, lo que pueden dar, solo lo que podemos ver. Menos mal que Dios no nos ve así, nos mira con fe y “llama a las cosas que no son como si fueran”. Es entonces cuando a través de Jesucristo nos ve como obras terminadas.

Hay veces que con esta percepción de las cosas, nos perdemos el privilegio de INVERTIR EN LAS VIDAS DE OTROS, así como en un tiempo otros creyeron en nosotros y dedicaron parte de sus vidas a nuestra formación y crecimiento espiritual.

Un ejemplo de esto es el encuentro que tuvieron Ananías y Saulo (el que luego sería llamado el apóstol Pablo). Saulo era un perseguidor temerario de la Iglesia y Ananías era un discípulo del Señor que vivía en la ciudad de Damasco. Cuando Saulo tiene un encuentro con Jesucristo que lo deja ciego, el Señor envía a Ananías para que le restaure la vista.

10 “Había en Damasco un discípulo llamado Ananías, a quien el Señor llamó en una visión.
–¡Ananías!-
-Aquí estoy, Señor.
11 -Anda, ve a la casa de Judas, en la calle llamada Derecha, y pregunta por un tal Saulo de Tarso. Está orando, 12 y ha visto en una visión a un hombre llamado Ananías, que entra y pone las manos sobre él para que recobre la vista.
13 Entonces Ananías respondió:
-Señor, he oído hablar mucho de ese hombre y de todo el mal que ha causado a tus santos en Jerusalén. 14 Y ahora lo tenemos aquí, autorizado por los jefes de los sacerdotes, para llevarse presos a todos los que invocan tu nombre.
15 -¡Ve! –Insistió el Señor-, porque ese hombre es mi instrumento escogido para dar a conocer mi nombre tanto a las naciones y a sus reyes como al pueblo de Israel. 16 Yo le mostraré cuánto tendrá que padecer por mi nombre. 17 Ananías se fue y, cuando llegó a la casa, le impuso las manos a Saulo y le dijo: Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino, me ha enviado para que recobres la vista y seas lleno del Espíritu Santo. 18 Al instante cayó de los ojos de Saulo algo como escamas, y recobró la vista. Se levantó y fue bautizado”
(Hechos 9:10-18)

Si Ananías se hubiera rehusado a ser usado como un instrumento departe de Dios, valiéndose en su razonamiento y de lo que veían sus ojos naturales, es probable que Saulo no hubiera recobrado la vista y quien sabe si se habría convertido en el Apóstol Pablo, o por lo menos el plan de Dios se habría demorado.


Otro ejemplo muy semejante es el del apóstol Pedro, pues él se negaba a considerar a los gentiles como parte del pueblo escogido de Dios.

Un día mientras Pedro estaba orando, el Señor le mostró una visión “muy particular”, en donde habían diferentes animales –que eran considerados impuros por los judíos según la ley- y fue allí cuando Dios le ordeno: ”Mata y come”; cuando el apóstol se negó, Dios le dijo: “No llames impuro lo que yo he purificado”. Esto sucedió tres veces y luego la visión desapareció. Mientras Pedro todavía estaba reflexionando sobre lo sucedido, tres hombre lo vinieron a buscar para llevarlo a la casa de un tal Cornelio –un Centurión Romano de Cesarea, del regimiento conocido como el Italiano- Este hombre era piadoso y hacía obras de beneficencia entre el pueblo Judío, por esa razón Dios lo tenía e alta estima. En medio de esa situación el Espíritu Santo le dice a Pedro que no dudara en ir con ellos. Fue con ellos a la casa de Cornelio, que estaba aguardando su llegada acompañado de familiares y amigos, los cuales recibieron la palabra de Dios mediante el apóstol y sucedió lo impensable:

44 “Mientras Pedro estaba todavía hablando, el Espíritu Santo descendió sobre todos los que escuchaban el mensaje. 45 Los defensores de la circuncisión que habían llegado con Pedro se quedaron asombrados de que el don del Espíritu Santo se hubiera derramado también sobre los gentiles, 46 pues los oían hablar en lenguas y alabar a Dios. Entonces Pedro respondió: 47 -¿Acaso puede alguien negar el agua para que sean bautizados estos que han recibido el Espíritu Santo lo mismo que nosotros? 48 Y mando que fueran bautizados en el nombre de Jesucristo. Entonces le pidieron que se quedara con ellos algunos días” (Hechos 10:44-48)

Si Pedro se hubiera negado a ir a la casa de Cornelio, este, su familia y sus amigos no habrían recibido nunca las buenas nuevas del evangelio y no habrían sido llenos del Espíritu Santo de Dios.


Les voy a mostrar un último ejemplo bíblico, a cerca de la importancia de sembrar en la vida de otros, a pesar de lo que nuestros ojos ven.

Marcos, el autor de uno de los evangelios (que en realidad se llamaba Juan Marcos) era primo de Bernabé, este acompaño a su tío y al apóstol Pablo en el primero de sus viajes misioneros; sin embargo fue causa de la separación de estos dos últimos, ya que Marcos se echado atrás en uno de sus viajes (Hechos 13:13). Sin embargo Bernabé apostó a la restauración de Juan Marcos y luego de un tiempo, fue el mismo Pablo el que destaco la importancia de este (ver: Filemón 24 y Colosenses 4:10). Pasaron diez o doce años desde la última referencia a Juan Marcos en Hechos hasta la primer referencia que a él se hace en las epístolas, llegando a ser muy relevante dentro de la Iglesia primitiva y uno de los escritores del Evangelio.

Si Bernabé no hubiera acompañado la vida de Juan Marcos y lo hubiera apoyado, quizás nunca habría sido lo relevante que fue luego, es más, se cree que Juan Marcos acompaño al apóstol Pedro, del cual posiblemente escucho los relatos de Jesús, los cuales luego plasmo en su evangelio. ¡¡Increíble!!


Conclusión:
Si bien el trabajo pastoral tiene una cuota de soledad e ingratitud considerable, nosotros no debemos trabajar como si quisiéramos recompensa alguna de nuestra labor, sino más bien debemos hacerlo en respuesta al gran amor que Jesús nos demuestra cada día, pues como vemos en la parábola del Siervo fiel (parábola de los Talentos), el Señor paga bien y ninguna buena obra se queda sin recompensa. Además la palabra dice que “mejor es dar que recibir”, es un privilegio poder ser instrumentos en las manos de Dios, para ayudar a formar vidas que luego de un tiempo, glorifiquen a Dios con sus frutos. Nos podemos sorprender gratamente, a la hora de recoger la cosecha de lo que hemos sembrado con lágrimas. Pensalo.


Nota: Sugerimos acompañar este devocional con la película (secular) "Escritores de Libertad" (120 minutos).