lunes, 1 de octubre de 2007

Lo que cuesta seguir a Cristo

Introducción:

Meditando sobre el compromiso en las congregaciones que conozco, me he dado cuenta que tenemos que volver a “la fuente” respecto a lo que es el compromiso con la Obra de Dios y lo que significa ser “un seguidor de Cristo”. Creo que en estos últimos tiempos se ha metido en nuestras congregaciones un “espíritu de individualismo”, que es lo que quiero decir con esto. Ej.: En estos días los cristianos ya no concurren semanalmente a los cultos, buscan ministerios con poca carga horaria o bien funcionan “partime” en ellos, es decir al 50% de las responsabilidades. “Si puedo, tengo ganas y tengo tiempo, voy a la iglesia”. De a poco nos estamos comportando como los cristianos de la comunidad Católica, en donde el 10% de sus fieles se congrega regularmente.

Esto me llevo al texto de la palabra, en donde Jesús habla sobre lo que cuesta seguirle:

57 “Iban por el camino cuando alguien le dijo: -Te seguiré a dondequiera que vayas. 58 –las zorras tienen madrigueras y las aves tienen nidos- le respondió Jesús-, pero el Hijo del hombre no tiene dónde recostar la cabeza. 59 A otro le dijo: -Sígueme- -Señor –le contestó-, primero déjame ir a enterrar a mi padre. 60 –Deja que los muertos entierren a sus propios muertos, pero tú ve y proclama el reino de Dios –le replicó Jesús. 61 Otro afirmó: -Te seguiré, Señor, pero primero déjame despedirme de mi familia. 62 Jesús le respondió: -Nadie que mire atrás después de poner la mano en el arado es apto para el reino de Dios”. (Lucas 9:57-60)

Este texto habla por sí mismo, nadie que pone en primer lugar la familia o su bienestar personal es apto para el reino de Dios, esto no quiere decir que debemos dejar nuestras familias textualmente, pero si debemos poner a Jesús en el lugar que le corresponde, en primer lugar. Es por eso que el 1º mandamiento dice: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas" (Dt 6: 5) y luego dice: “a tu prójimo como a ti mismo”.

Hemos pasado del activismo en algunos casos a la apatía, en donde al parecer los mandamientos fundamentales ratificados por Jesucristo son invertidos a voluntad, de acuerdo a la pasión del que los cita.

Pero mi inquietud me siguió llevando a la escritura y redescubrí el llamado de Jesús a sus discípulos contenía es mismo principio anterior.

Luego de la pesca milagrosa de Lucas 5:1-9 Jesús les dijo: 10b “-No temas, desde ahora serás pescador de hombres –le dijo Jesús a Simón. 11 Así que llevaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, siguieron a Jesús”.

Increíblemente estos pescadores (Simón luego llamado Pedro, Jacobo y Juan hijos de Zebedeo), dejaron sus redes, botes y la familia por seguir a Jesús. Hoy en día hay cristianos que ni siquiera vienen a todos los cultos dominicales del mes. ¡Cómo han cambiado las cosas!

Esto me hace reflexionar sobre aquellos que se entregan apasionadamente a una disciplina de por vida, los deportistas, los políticos, personal de las fuerzas de seguridad, cantantes y artistas. Todos ellos generalmente terminan afectando su entorno y logran los objetivos plateados.

Hoy más que nunca resuena en mi cabeza lo dicho por Jesús hace miles de años atrás, cuando haciendo referencias a la acumulación de tesoros en esta tierra decía: “Porque donde esta tu tesoro, allí estará tu corazón” (Mateo 6:21). Muchas veces no se trata e tesoros como bienes o riquezas, sino la familia, los hijos, sueños personales o simplemente comodidad, estos también pueden ser nuestros tesoros y el adulterar con ellos, poniéndolos en el lugar que Dios debe ocupar también es pecado.

Si buceamos un poco sobre las vidas de algunos de nuestros “Héroes de la Fe”, nos vamos a dar cuenta que lo que determino un cambio profundo en sus vidas, no fue solamente el haberse encontrado con Dios sino el haber respondido a ese llamado afirmativamente y sin condiciones. Un ejemplo puede ser Abraham, también llamado el Padre de nuestra fe:

“El Señor le dijo a Abram: Deja a tu tierra, tus parientes y la casa de tu padre, y vete a la tierra que te mostraré” (Génesis 12:1)

Abram (luego llamado por Dios Abraham), fue obediente en todo y siguió tras el camino que el Señor le mostró. Esto le redituó favorablemente por el resto de su vida y fue el comienzo de una gran nación (el pueblo Hebreo).

Otro ejemplo de compromiso y obediencia fue Moisés, “el libertador”, quien saco al pueblo de Dios de Egipto y lo guió por el desierto hacia la tierra prometida. Cuando Moisés estaba en la tierra de Madián, con casi 80 años de edad, se encontró con la zarza que ardía y no se consumía, y eso le cambió la vida. Veamos lo que paso:

18 “Moisés se fue de allí y volvió a la casa de Jetro, su suegro. Al llegar le dijo: -Debo marcharme. Quiero volver a Egipto, donde están mis hermanos de sangre. Voy a ver si todavía viven. –Anda, pues; que te vaya bien –le contestó Jetro. 19 Ya en Madián el Señor le había dicho a Moisés: “Vuelve a Egipto, que ya han muerto todos los que querían matarte.” 20 Así que Moisés tomó a su mujer y a sus hijos, los montó en un asno y volvió a Egipto. En la mano llevaba la vara de Dios”. (Éxodo 4:18-20)

Moisés cumplió el propósito para el cual fue llamado y termino sus días (a los 120 años de edad) lleno de vigor y sin que sus ojos se oscurecieran, fue crucial su entrega a la misión que Dios le había encomendado.

Para terminar quería citar las mismas palabras de Jesús:

23 Dirigiéndose a todos, declaró: -Si alguien quiere ser mi discípulo, que se niegue a sí mismo, lleve su cruz cada día y me siga. 24 Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa, la salvará (Lucas 9:23-24)

A esto tenemos que agregarle que también dijo: “mi yugo es fácil y ligera mi carga”.


CONCLUSION:
En estos tiempos en donde la individualidad, el egoísmo y la autosatisfacción son moneda corriente, el Señor busca un ejército de hijos suyos que estén a la altura de estas circunstancias extremas, para afectar al mundo y cambiar el entorno, aguardando su segunda venida.
Que esos soldados seamos nosotros….